Ernesto Villavicencio: San Juan por mi Sangre

Ernesto Andrés «Negro» Villavicencio, guitarrista y compositor, nació el 30 de noviembre de 1940 en San Juan. No tenía antecedentes musicales en su familia. Por eso sorprendió a todos cuando, siendo apenas un niño, les pidió a sus padres que le regalaran la guitarra que tenía un vecino. A los ocho años alcanzó ese primer anhelo.

En 1958, con sólo dieciocho años, formó «Los Caballeros de la Guitarra» junto a su compañero Enrique Barrera. Al tiempo se les sumó el guitarrista caucetero Pedro Berón. El grupo tuvo su consagración en 1968, en el escenario del Festival de Tango de La Falda. Allí se presentaron sin invitación y como acompañantes de Juan Carlos «Pinocho» Mareco. Para su sorpresa, el éxito fue tal que no se bajaron de las tablas. En ese espectáculo estaba presente Mariano Mores, quien los contrató para que actuaran en Buenos Aires.

Así, Los Caballeros de la Guitarra se radicaron en la capital argentina. En esa provincia, en el «Viejo Almacén», lograron compartir acordes con los mejores guitarristas del país, como Roberto Grela y Colacho Brizuela (guitarrista de Mercedes Sosa), entre otros. En 1978, una década después de su gran actuación en La Falda, ganaron el Festival de Cosquín y recibieron el premio Revelación.

Uno de los aportes del «Negro» a la música de Cuyo fue la incorporación del guitarrón. Esto lo hizo después de ver en Buenos Aires que los guitarristas de Alfredo Zitarrosa usaban ese instrumento de mayor tamaño, que lograba armonizar con cualquier melodía.

Después de un tiempo en la capital argentina, su compañero Barrera decidió volver a San Juan. En ese momento formó «Las guitarras argentinas», junto a Carlos Peralta. Siguió tocando en el Viejo Almacén y acompañó a músicos como Edmundo Riveros, Roberto Goyeneche, Enrique Dumas, Pichuco Troilo, entre otros. También solicitaron sus servicios guitarreros artistas de la talla de Mercedes Sosa, Ramona Galarza y Alfredo Ábalos.

En Buenos Aires tocaba tangos. Pero, como nunca olvidó su tierra, también escribía tonadas, cuecas, valses y milongas, que mandaba a San Juan para que los músicos las interpretaran. El Gordo Páez Oro, el dúo Mínguez-Barboza, Sisterna-Peralta y Viviana Castro fueron algunos de los artistas que incorporaron los temas del Negro a su repertorio.

El legado de Villavicencio al folclore es vasto, en su autoría se registran más de 450 temas, entre ellos 250 tonadas. Algunas de las canciones más conocidas son «San Juan por mi sangre», «La del jamón», «Cuando el corazón se quiere quedar», «La tonada jamás morirá» y «Mi amor en una tonada».

Ernesto Villavicencio falleció el 17 de mayo de 1995, a los 54 años.

No hizo ninguna carrera académica para aprender a tocar la guitarra, se graduó en la universidad de la vida, junto a Enrique Barrera pasaron horas y horas desandando por el diapasón de la guitarra hasta llegar a ser los maestros de la región que, junto a Pedrito Gómez, formaron «Los caballeros de la guitarra», luego marcharon hasta Buenos Aires, a rondar por las calles de asfalto. El Viejo Almacén, cuna del tango, solicitó sus servicios y ahí se entreveró con las mejores guitarras del país, desde Roberto Grela, hasta el Colacho Brizuela (guitarrista de Mercedes Sosa), entre otros. El Negro fue quien incorpora el guitarrón a la música cuyana, ya que en Buenos Aires vio que los guitarristas de Alfredo Zitarroza, usaban esa guitarra tan grande que armonizaba tan bien cualquier melodía. Enrique Barrera extrañaba su San Juan querido y regresa. Cuando le dijo al Negro que se volvía, agarró la guitarra y ahí nació la tonada «cuando el corazón se quiere quedar». Inmediatamente el Negro forma «las guitarras argentinas». Junto a Carlos Peralta, en el Viejo Almacén acompañaron a Edmundo Riveros, Roberto Goyeneche, Enrique Dumas, Pichuco Troilo y tantos otros que viajan a Brasil, Paraguay, Uruguay, Colombia y EEUU. Además el Negro hacía su propio show interpretando clásicos del folclore con su guitarra y a veces tocando hasta con un vaso, deleitando a las grandes personalidades que visitaban el Viejo Almacén. También solicitaron de sus servicios guitarreros, Mercedes Sosa, Ramona Galarza y Alfredo Abalos.
Villavicencio en Buenos Aires tocaba tangos de todos colores, pero nunca olvidó su tierra y escribía tonadas, cuecas, valses y milongas, que mandaba a San Juan y que el Gordo Páez Oro, Mínguez-Barboza, Moyano-Frías, Sisterna-Peralta, Viviana Castro y otros, incorporaban a su repertorio. Registró cientos de temas, entre ellos «San Juan por mi sangre», «La del jamón», «Cuando el corazón se quiere quedar», «La tonada jamás morirá», «Mi amor en una tonada», y con Oscar Vallés integrante de los Quilla Huasi, compone más de 50 temas.
El Negro marcó un antes y un después en cancionero cuyano, especialmente en la tonada, haciéndola más rítmica, más musicalizada, más poética y decidora, también se dice que «tanguizó», la tonada, por su influencia tanguera que recibe en Buenos Aires.
Particularmente considero que después de Buenaventura Luna, Ernesto Andrés Villavicencio es el otro gran poeta y músico que parió esta tierra sanjuanina, por que marcó un hito dentro del cancionero popular cuyano, además porque tanto la canción «Vallecito» como el vals «San Juan por mi sangre» son los himnos sanjuaninos que nos hacen estremecer el corazón en cualquier parte del país o del mundo cuando los escuchamos o cantamos.
Fabián Alberto Núñez

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