Angualasto, tierra originaria
A 216 kilómetros de la ciudad de San Juan, en el departamento de Iglesia, se encuentra Angualasto, lugar que le da nombre a la cultura que se desarrolló en esta zona. Además de corrales y viviendas, se destacan los vestigios de los sistemas de riego asociados al Río Blanco, como los de Punta del Barro y Buena Esperanza.
Las instalaciones muestran la dedicación intensiva a la ganadería de la llama. La invasión Inca generó los «tambos» vinculados al control vial y poblacional. En las afueras del poblado actual están las ruinas de la «Tambería de Angualasto», uno de los establecimientos más importantes que podamos encontrar en todo el noroeste. Lo constituyen grandes casas de planta rectangular con paredes de tapia de más de 1,50 m. de espesor; la entrada se hace por un corredor que se proyecta hacia fuera.
Corresponde al período tardío de las culturas del noroeste. Su hábitat característico abarca desde el Bañado del Pantano (La Rioja) hasta el sudoeste de la provincia de San Juan. Sus sitios se caracterizan por una gran cantidad de restos en superficie, especialmente fragmentos de alfarería, restos de andenes, obras de irrigación o cimientos de habitaciones.
Economía de los pueblos
La economía de esta cultura fue eminentemente hortícola habiendo heredado las técnicas preexistentes. El sobrante de las cosechas se almacenaba en silos, de los que quedan constancias en las ruinas arqueológicas. La crianza de la llama y la recolección debieron agregar un importante elemento a su economía.
El patrón de poblamiento se caracteriza por ser el de comunidades dispersas. Los sitios carecen de habitaciones de paredes de piedra, pues éstas fueron construidas de material perecedero o por excepción de adobe.
La cerámica se caracteriza por las guardas geométricas en negro sobre un fondo opaco rojizo, en urnas globulares de cuello bastante estrecho. Los motivos son ajedrezados en paneles. Lo más típico son los grandes recipientes usados como urnas y hallados en cementerios, tal el estudiado por Eric Boman en San Blas de los Sauces (La Rioja).
En cuanto al trabajo del metal, es inferior a épocas anteriores tanto en cantidad como en técnica. Conocemos placas pectorales, aros, adornos, hachas (tal vez importadas de la zona de Belén), manoplas que sirvieron como tensores para arcos y campanas. El metal más usado fue el cobre, y en menor cantidad el oro.
En hueso fueron trabajadas puntas de flecha y topos o alfileres que llevan una pequeña figura en la parte superior y que utilizaban para sujetar mantos y vestiduras. Las artes textiles tuvieron un alto desarrollo como lo demuestran los ajuares de los entierros. En las costumbres funerarias era extendida la práctica de entierro de párvulos en urnas. Los adultos fueron enterrados directamente en el suelo.
La sociedad estaba constituida por pequeños grupos tribales que para la época de la conquista, se reunieron en grupos más amplios en su lucha contra los españoles. Junto a las cuturas Belén y Santa María integra el gran conjunto protohistórico de los pueblos Diaguitas, con un nexo común entre los distintos aspectos culturales: la lengua Kakán.
Ubicación.
Angualasto está al margen del Río Blanco, a unos 40 kilómetros de la localidad de Rodeo, con amplia oferta de servicios turísticos, a unos 230 kilómetros de la capital sanjuanina. Muy cerca de este poblado, de poco más de 300 habitantes, está el yacimiento arqueológico. Los tesoros encontrados en el lugar podrían haber sido muchos más, ya que el mismo fue sistemáticamente depredado por personas que vendieron las piezas encontradas en el mercado negro de la arqueología. El lugar estuvo desprotegido por años. En ese poblado se puede visitar el Museo Luis Benedetti que posee muchas piezas recuperadas de La Aldea