Las Estatuas
En San Juan encontramos parques, paseos, plazas y senderos con estatuas, bustos y figuras de recordación.
La primera iniciativa de erigir estatuas que perpetuaran la memoria de los hombres ilustres de San Juan fue de Domingo Faustino Sarmiento. En su última visita a la provincia, en 1884, desde los balcones de la Casa de Gobierno pidió que frente a la vieja Catedral se alzara el monumento al primer obispo, Fray Justo Santa María de Oro. También cuenta la historia que señaló su deseo de que su estatua estuviera en la plaza, mirando hacia la Casa de Gobierno.
El 12 de julio de 1888 se dieron los primeros pasos para erigir los monumentos a los congresales de Tucumán. Durante la administración de Federico Moreno se designó una “Comisión de estatuas” encargada de realizar suscripciones populares.
La primera que se alzó fue la de Fray Justo Santa María de Oro, mientras que la del congresal Laprida tuvo que esperar algunos años.
Son parte del paisaje y pasan desapercibidos para la mayoría de sanjuaninos que caminan por las plazas, sin embargo sus estatuas simbolizan parte de la historia más valiosa de San Juan. Fueron los protagonistas de la Independencia del país en 1816, como presidente del Congreso de Tucumán, Francisco Narciso Laprida, y como diputado, Fray Justo Santa María de Oro, primo de Sarmiento.
Las estatuas de ambas figuras fueron las primeras de la provincia en ser ordenadas en 1888; pero la de Oro se erigió en 1897 y la de Laprida en 1904.
El historiador Horacio Videla publicó en su Historia de San Juan que los primeros pasos se dieron en la administración de Federico Moreno, autorizado por la Legislatura para suscribir un decreto que el 12 de julio de 1888 designó una comisión encargada de erigir por suscripción popular los monumentos de los congresales de Tucumán. Por otra ley, Doncel dispuso que la estatua de Fray Justo se erigiría en la plaza 25 de Mayo, aunque el mismo Videla rescató que fue Sarmiento quien en su última visita a San Juan estableció dónde se ubicaría la estatua de su primo y dónde la suya.
«El primer monumento de la ciudad de las estatuas fue la del Obispo Oro, símbolo para el corazón sanjuanino de patriotismo del más puro. No le siguió, como se había dispuesto, el de Laprida, inaugurado en 1904”, decía Videla.
La imagen de Oro se inauguró el 9 de julio de 1897. Fue realizada por el escultor Lucio Correa Morales para lo cual posó como modelo un joven postulante dominico, Fray Gonzalo Costa, quien más tarde se convirtió en «héroe anónimo del terremoto”, según relataba Videla. El día de la inauguración, Segundino Navarro, en representación del General Bartolomé Mitre, padrino de la ceremonia, lo saludó con una poesía.
Nadie contó por qué la estatua de Laprida tuvo que esperar 7 años más para concretarse. Otro gran historiador sanjuanino, César Guerrero, quien escribió el libro «Francisco Narciso de Laprida”, señaló que la estatua del presidente del Congreso se inauguró el 25 de septiembre de 1904, en la plaza del mismo nombre, días después del 75° aniversario de su muerte.
«Para el terremoto del ’44 esta fue la única estatua que se cayó de su pedestal. Cuando fue nuevamente colocada, la figura que antes miraba al Sur, hacia el lugar donde Laprida fue asesinado –en Mendoza-, se la colocó mirando al Norte, hacia Tucumán, «lugar de su glorificación”. No menciona Guerrero en su libro quién fue el escultor de la imagen de Laprida.